jueves, 6 de noviembre de 2014

ANECDOTAS DE TOMATLAN COMPARTIDAS.

 VAMOS A TLACUALEAR


 Me case a los 18 años, fue entonces  cuando llegué a vivir a Tomatlán, por que soy originaria del barrio de Cuautilulco en Zacatlán, antes de que me casara, en mi casa era otro modo de vivir y comer, pues mi mamá hacia comidas buenas; que las albóndigas, caldo de res, mole aguado, mole verde o carne; una vez que llegue aquí me tuve que acostumbrar a comer frijolitos, alverjones, habitas, lentejas con cebolla, ajo y jitomate o los frijoles con su rama de epazote y unos trozos de chilacayote y a las bebidas que eran el pulque o algunos acostumbraban la copa, un poco de atole, leche o café.

Preparábamos las habas en blanco, hechandolas a remojar, se pelaban y se ponían a hervir, se les pone su cebolla, su ajo y su cilantro; ya si después se querían guisar , con su manteca y sus cebollas, eso lo hacíamos para que no se cortaran. los frijoles solamente hervidos con su sal y a los frijoles gruesos o ayocotes se tiene costumbre de que se les pone su chilacayote y a las habas sus nopales.

cuando llegue aquí, ya tenia yo dos hijos con mi esposo Erasto Aguilár quien trabajaba con una señora de nombre Manuela Hernández, que vivía por el Potrero; en ese tiempo el almuerzo tenia que estar allá a las 9:00 de la mañana, y luego la comida a las 3: 00 de la tarde; pues se hacían dos comidas al día.

Temprano y a buena hora nos teníamos que levantar, a veces a las tres o cuatro de la  mañana, para poner la masa que se tenia que moler para el almuerzo ; porque antes no había molino y luego de llegar volver a poner la masa para la comida; pues temprano nos daba tiempo. Ya diario payanaba  el nixcomilt junto con la abuelita de mi marido de nombre Nachita, y cuando comenzaba a clarear el día; como en la casa teníamos muchas flores, mis cuñadas Luisa y Evelia tenían que acarrear el agua desde el pozo para las flores, la cocina y los animales, ya después se iban a raspar y sacar las borregas. 

Después que sacábamos la masa para el almuerzo, me ponía yo a hacer tortillas y Luisa se ponis a sacar la masa para la comida. Cuando tocaba la hora de tlacualear, llevábamos lo que podíamos o lo que había; que frijolitos y salcita, un arrocito y frijolitos a veces habitas en fin lo que podíamos al estilo del pobre. 

En el almuerzo nunca podían faltar los frijoles, las tortillas, la salsa y el pulque. Si no llegábamos con el almuerzo a buena hora  o con tantito que nos retrasáramos nos decía la patrona: - hay mujeres, mujeres ¿por qué apenas vienen con el almuerzo? - ya se les hizo tarde, levantase mas temprano para que no lleguen a deshoras , pobres hombres aquí trabajando en el surco y ustedes como están en la cocina; allí aunque sea, se comen un taco con sal; ustedes si comiendo y los pobres señores sufriendo de hambre, a la tarde me llegan mas temprano a tales horas. La señora nos regañaba, porque siempre estaba frente al trabajo, era un señora alta, delgadita, de buen parecer con sus nahuas hasta abajo.

Cuando se podía comprábamos un pedacito de carne de puerco y ya la llevábamos en salsa verde; allí teníamos que comer junto a los señores, debajo de la sombrita . Como casi nunca faltaba el trabajo; los señores se tenían que dar tiempo para trabajar también lo suyo ; aquí en casa o cuando trabajaban la parcela, cerca de Amoltepec, ya nos tocaba llevar hasta allá el almuerzo.

 Todo lo que ocupamos o teníamos que   dar, lo poníamos en una canasta y lo cargábamos en la cabeza y el pulque como era mas pesado lo cargábamos en un colambre, esos que eran un cuero de borrego. Ya cuando mi cuñado Marcelino, trabajaba con mi esposo, nos acompañábamos  con la comadre Juvencia a llevar la comida; ella se cargaba el colambre así como si fiera una mochilita porque estaba pesado pues le cabían como unos ocho litros y ya yo, me cargaba la canasta con las cosas. 

El pulque que les llevábamos tenia que ser para todo el día; las tortillas las hacíamos a mano, teníamos que sacar el "tes"o el tanto para una tortilla; así conforme la íbamos echando la teníamos que echarla; la leña muchas veces la acarreaba el señor, pero cuando no se podía lo teníamos que hacer nosotras; "por eso temprano nos levantábamos para ir a  Tlacualear"

Historia compartida por la Sra. Evangelina Luna. Q.E.D 2010



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